Strong.

Es una especie de conexión incomprensible. Sin saber cómo ni de qué forma, estás ahí; parada, y por más que tu cerebro ordena a tus pies seguir, ya no les quedan fuerzas.
Intentas huir, aunque sea un poco, y ves que todo el camino que has recorrido, se ha destruido en cuanto has quitado el pie. Y ya no queda nada detrás. Solo un futuro por el que luchar, y no sabes si merecerá la pena.

Pero cuando decidiste empezar a andar, nadie te avisó de que habría piedras en el camino, nadie te dijo como esquivar los golpes que te vienen sin avisar. Por norma general, todos te prometían que al llegar a la meta serías feliz, y que las cicatrices serían motivo de orgullo.

Y mírate; estás ahí quieta, esperando que alguien te arrastre, a pesar de saber que ya nadie lo hará. Habías recorrido tu sola toda una vida, unas veces corriendo, otras andando, e incluso cuando las fuerzas escaseaban, reptando. Pero ahora eres incapaz de mover un solo músculo.

Cierras los ojos y te vienen a la cabeza cientos de imágenes de aquellos que caminaron contigo pero se perdieron por el camino. Recuerdas aquellas risas que parecían nacer de una fuerza interior desconocida. Y las sientes tan lejos que te duele.

Levantas la cabeza, y no sin esfuerzo, ves algo a lo lejos. No sabes el qué. ¿Y si fuera aquello?
Quieres sacar fuerzas de flaqueza, quieres coger aire del vacío. Sabes que puedes, pero temes no ser capaz de llegar.

Y un día, te paras a pensar, y desde más allá de la meta, desde el otro lado del camino, sonríes, porque aquel día, te levantaste y fuiste capaz de creer en ti tan solo una vez más.